"Cierta ocasión, y en forma inesperada, en una conversación de amigos -nos cuenta Polvorín- surgió el tema de "Pensándolo Bien" y la incógnita sobre quién era el autor. La columna tenía buena acogida en el vespertino "Últimas Noticias" y se mencionaron nombres. Uno de los contertulios en tono sapiente dijo: "¡eso hacen entre varios!" Tímidamente, Polvorín se animó a replicar que era uno solo. Y eso porque estaba seguro. Sin embargo, la respuesta resultó tajante: ¿Qué vas a saber más que yo que soy íntimo del César Larrea! César era el jefe del periódico...
El contertulio creyó decir la "última noticia", pero la verdadera noticia era que Polvorín se quedó en ese periódico por muchos años. Por eso no se dio tiempo -según él dice- para algo que le habría gustado: escribir alguna obra clásica como "La Jodisea" en homenaje a los tiempos que vivimos, o quizá "El Quijode". Talvez dijo: "Pensándolo bien" en vez de hacer unas obras tan largas me dedico a algo mucho más difícil: el aforismo, que es por lo que los lectores de tres décadas, por lo menos, y sus amigos lo conocemos y recordamos.
Por cierto, en este punto, confieso que quien debería estar sentado aquí, presentando el libro del Polvorín es mi papá, Gonzalo Bonilla, el negro Bonilla. Bueno, en realidad, me habría gustado que esté sentado no solo aquí sino también en la mesa del comedor de mi casa, todos los días. Pero como la muerte tiene mala costumbre de no consultarnos nada, a nosotros nos queda tan solo luchar contra el olvido con el que ella nos coquetea. Y para eso son los libros. Y por eso este fantástico libro de nuestro querido y admirado Polvorín. Ese polvorín a quien yo, siendo un niño, veía furtivamente en alguna reunión junto a mi padre y a Roque Maldonado. Para mí era una fascinación verlos reír a carcajadas, comentar andanzas que yo no entendía bien, o escucharle a Roque tocar con su guitarra el himno nacional en ritmo del "Toro Barroso". Aún no sabía que estaba viendo a tres de nuestros grandes humoristas, pero ya intuía el ambiente de la irreverencia y la transgresión que, después comprendí, era el combustible indispensable del Humorismo.
De paso quiero decir que este es uno de los libros que yo habría querido hacer -desafío del que por suerte me ha librado el editor- porque siempre he sentido la necesidad de recuperar en la memoria tantas manifestaciones de nuestro humor ecuatoriano, que andan desperdigadas en los archivos de las bibliotecas estatales, y entre ellas la de alguien tan prolífico y desbordante en su sentido del humor como es Polvorín.
En alguna ocasión, en un encuentro de caricaturistas, alguien dijo: "El Polvorín en cada entrega se manda diez caricaturas". Claro, el aforismo y la caricatura son hermanos de la síntesis, sobrinos de la malicia y unos auténticos "hijos... de su madre" cuando quieren.
He dicho aforismo. Pude haber dicho greguería. Eso que Ramón Gómez de la Serna se inventó como la suma de humorismo y metáfora, pero que en realidad ha existido desde siempre. La frase lapidaria, la máxima humorística, o máximas mínimas como prefirió Jardiel Poncela. Aunque "pensándolo bien" deberíamos llamarlos Polvorinazos, de los que en este libro hay cerca de tres mil. Por eso este libro es como un bargueño en donde en cada cajoncito encontramos una joya humorística que nos habla del amor, de la muerte, la soledad, los políticos, la justicia, la vida, el hombre, la mujer, etc. pero en definitiva de Gabriel Garcés y la manera de ver la vida y el mundo. Y aunque él mismo diga que "modo de ver es una manera de desfigurar la verdad" en el caso del humor de Polvorín, y del humorismo en general, esta desfiguración (o reconfiguración diría mejor) sí se cumple en tanto y en cuanto el humorista no pretende erigirse en Verdad, ni busca manipularla o acomodarla a cínicos intereses, sino tan solo en sacarla a bailar para que los demás vean que por detrás le trasluce un calzón de bolitas.
El humorismo contorsiona la verdad, esa con mayúsculas, y le obliga a confesar que lleva una doble vida, que tiene más de dos cédulas de identidad. Y saber eso nos divierte, nos alegra y nos hace sonreír.
La permanente travesura de Polvorín de trastrocar las palabras, en ocasiones es puro juego intelectual como cuando dice "las horas se cuentan primero que los segundos". En otras es un modo certero de develar una verdad: "Generalmente en los teatros y coliseos se producen llenos completos con gentes vacías".
Hay greguerías como cuando nos dice que "la boca es la mano derecha del amor" o cuando constata que "el viento es una mezcla de aire y apuro", o que "son muy singulares las palabras que no tienen plural". O esta, tan hermosa: "los años viejos son los únicos que se reencarnan".
El modo tan ingenioso con que recurrentemente maneja los antónimos le dan la potencia humorística a las frases: "Esta bien darse la buena vida, pero no con personas de mala muerte".
Nos habla de literatura. "Es preferible Cien Años de Soledad que uno de malas compañías". O "para Calderón de la Barca 'la Vida es Sueño'. Para la mayoría es pesadilla".
De la política: " es raro que los partidos políticos sean de izquierda y de derecha y no de frente y espalda". O esa antigua, pero igualmente deleitable: "el símbolo del velasquismo debía ser un dedal y su slogan 'cada loco con su tema".
Hoy que nos acercamos a las fiestas de Quito convendría sugerir la propuesta de Polvorín, que para que se agote la taquilla, la empresa de Toros debería vender con cada entrada el derecho a una libra de carne".
"¿Qué habría sucedido, se pregunta, si en vez de corazón se llamaba dedo? Simplemente que la expresión cambiaba: preciosa, le amo con todo el dedo". Incuestionablemente ha sido un gran observador de las mujeres. Casi digo voyerista. "Mientras la mujer duerme, el hombre cavila y mientras el hombre duerme, la mujer ya mismo regresa".
En fin, tanto derroche de ingenio nos tendría más de una noche aquí leyendo sus pensamientos y también las 32 crónicas que forman la segunda parte del libro, pero es mejor que compren el libro, se lo lleven a su casa y lo disfruten a plenitud. Y se regocijen además con las ilustraciones de Roque que acompañan el libro, con sus palabras que refrendan esa vieja amistad entre los dos grandes humoristas, y que de paso se fijen lo fotogénico que es Polvorín, sobre todo cuando posó junto a una ex reina de belleza de Colombia, quien le firmó un autógrafo nada más ni nada menos que en el carnet de afiliación al IESS. Es un libro necesario. No podía perderse todo el talento que a lo largo de tantos años Gabriel Garcés nos brindó a través de la prensa.
¡Qué trabajo de hormiga que han hecho los editores! Y qué trabajo de pulga que ha hecho Polvorín en estos años. ¡De pulga en la oreja! Gracias por eso querido, admirado y descabellado Polvorín.
* He pensado con frecuencia en la muerte. A lo mejor no soy mal correspondido.
* En el debate entre la vida y la muerte la que exhibe mejores argumentos es la muerte.
* En el hombre, todos los órganos se paran con la muerte, menos uno.
* El hombre representaba el sexo fuerte antes de que aparezca el débil.
* Reitero que el animal más tonto es el loro porque repite casi todo lo que dice el hombre.
* Roma es la ciudad eterna. Me era placentero enviar saludos desde la eternidad.
(Si alguien está interesado en el libro sugiero contactarse con Librería Rayuela. No te preocupes, Mónica, no te cobro el comercial... libros@rayuela.ec )
1 comentario:
Estimado Bonil
Ando buscando una foto de Don Roque Maldonado a quien deseamos rendirle un homenaje dentro de ANIMEC 2010 - El Festival Internacional de Animación en Ecuador
--
Nunca dejes de creer en un
mundo más animado...
Fernando Vallejo
DIRECTOR EJECUTIVO
animec
Festival internacional
de animación en Ecuador
Calle A N43 116 y Edmundo Carvajal. PB.
Sector El Bosque
Quito – Ecuador
Tel.: 593 2 3 318 350
Cel.: 593 9 3 978 600
Fax.: 593 2 2 441 267
www.animecfest.com
escalon.films@andinanet.net
Publicar un comentario