Cuando éramos niños –y yo sigo siéndolo, nada más que ahora ya no me apapachan las señoras- vivíamos la ilusión de pescar infraganti a Papá Noel y saber si era real. Los años hicieron que desarrollara el mismo voyerismo pero para saber qué tan de carne y hueso era la vecina. Solo que en lugar de Papá Noel, empecé a desear que quien entrara –al menos una vez al año- fuera mi vecina. Hoy nadie cree en Papá Noel. Y hasta es sinónimo de ingenuidad si alguien lo hace. Pero ¿cuánto más irreal es creer en “amigos” de facebook? ¿Lo son en verdad? Hay gente que cree que sí. “¡Tengo 1000 amigos en facebook!”. ¡Y hasta les escriben mensajes! Sin embargo, si uno escribe una carta a Papá Noel se escandalizan e incluso te aplican una mirada tipo Rafael a Álvaro Uribe… Que la gente crea lo que quiera. Que para eso son las vacaciones y las creencias: para hacer lo que uno quiere. Pero que a Papá Noel lo hayamos convertido en sinónimo de Navidad es el regalo más irresponsable que pudimos hacer a este viejo bonachón que nos cambió el chip religioso por el comercial. El sentido de la Navidad está tan trastocado que el hijo pequeño de un amigo en algún momento tuvo tal confusión, que pensaba que a quien crucificaron fue a Papá Noel y no a Jesús. Estaba convencido de que cuando Jesús ascendió a los cielos lo hizo por la chimenea. Y cuando finalmente sus padres le explicaron que la navidad significa que “Dios nace en tu corazón” la primera imagen que se le vino a la cabeza fue un quiste cardiológico. Por supuesto que no se le vino así, con esas palabras, pero en cualquier caso le resultaba más comprensible que la palabra Dios. El golpe de estado al Niño Dios es viejo. Por eso no asombra que en un agasajo navideño de cualquier empresa ningún gerente pida que venga alguien disfrazado de Jesús para entregar juguetes ¡No! ¡Pide alguien vestido de Papá Noel! Y lo mismo en la escuela del hijo de mi amigo, en donde luego, a pesar de la charla explicativa, su confusión se incrementó. Vio al hombre gordo, repartiendo regalos, haciendo gracias, vestido de rojo de pies a cabeza, rodeado de gnomos igualmente rojos, y estuvo a un tris de cometer una herejía más: confundirlo con el Coronel Chávez. Todo esto ya lo sabíamos desde hace tiempo. Papá Noel está ganando la batalla. Y lo está logrando gracias a un plan muy detallado, un programa sin el cual –nos dicen- la Navidad no es Navidad y que incluye muchos puntos que hay que cumplir. El punto A la Algarabía, el B el Bullicio, el C Cantar, y así… Pero al que le da más importancia y lo ubica como imprescindible, es el punto G ¡Gastar! ¡Vaya obsesión con este punto! ¡Compre, compre, compre! ¡Gaste, gaste, gaste! Con lo difíciles que están las cosas ahora. Y aquí es donde yo rompo con Papá Noel y su programa. Que siga con su dictadura pero a partir de hoy yo me rebelo, me quedo con el punto A, el B y el C. Para mí la Navidad seguirá siendo “amar al prójimo” aunque eso me “cueste” mucho más, y me salga más caro. Lo único que le pido, por última vez, a Papá Noel… es un prójimo que no JO JO JOda tanto.
4 comentarios:
Cierto, el significado de la Navidad se pierde en medio de la avalancha comercial. Pero creo que depende de las personas, en especial de los padres, entender que los valores que transmiten a sus hijos son los que ayudan a definir lo que es verdaderamente valioso en la celebración navideña, sea religioso, familiar, etc.
Me sorprende los recuerdos que me produce la navidad, en especial si tomo en cuenta que al tener una madre deísta y un padre ateo era en su momento casi inexplicable entender el porque hacían que sus hijos celebren una fiesta religiosa contraria a sus creencias, supongo que era para fortalecer el nexo familiar. No son los regalos lo que más recuerdo, son los gestos de mi familia, el abrazo con mi vieja, el compartir con ellos. Son recuerdos juguetones, que hoy en día me transmiten un sosiego, casi, casi bucólico (como escuchar el SMilE de Brian Wilson). Supongo que cuando tenga hijos, aún siendo un ateo, hare exactamente lo mismo que mis padres.
Mi estimado Bonil, tu post lo resumen muy bien muchos periodistas en tv y prensa cuando dice " ... y todo esto ocurre en la época más comercial del año.. ", apagones, bronca entre informales, casas quemadas, insultos sabatinos, secuestros, robos ... todo lo malo que nos traen la noticias a diario terminan así ... " ... y todo esto ocurre en la época más comercial del año.. " ... de pronto el problema no es el Gastar el problema creo que va en gastar sin responsabilidad, sin mesura, ahora eres mejor padre mientras mas juguetes das, y donde queda el compartir?, donde queda el abrazo, donde queda el gesto amable ... sal a la calle para ver en media hora cuantos te tiran el carro encima porque llegan tarde al mall y no alcanzar a comprar todo lo que el décimo les permite y a comprometer todo el ingreso del 2010 endeudados con las tarjetas ... falta responsabilidad, la culpa no es del comerciante la culpa es de que consume sin medida
jajaja. Ciertamente la Navidad es época de paz y solidaridad... hasta que te toca pelear por el estacionamiento en el centro comercial.
Bueno, yo ya sobreviví a la Navidad, ahora... ¡a esperar el fin de año!
Un abrazo
El punto G o el "Punto Grafenberg" es un órgano conocido por su capacidad de provocar sensaciones de placer en la mujer y de experimentar el orgasmo con su estimulación. Recibe su nombre por el ginecólogo alemán Ernst Grafenberg que en 1980 investigó su existencia.
Publicar un comentario