martes, 30 de octubre de 2007

USTED NUNCA SE HA “TOMADO” UNA FOTO

Siga usted creyendo equivocadamente que su foto carné, -aquella que guarda con orgullo, cariño o simpatía- es el fiel retrato de cómo es usted.

Todos pensábamos que tomarnos una fotografía era la mejor manera de revelar nuestra verdadera imagen. Pero la única verdad que existe es que estábamos equivocados.

Muchos creímos que el avance tecnológico, por fin, había materializado aquella ilusión de capturar aquel instante que expresara algo de nuestro interior, pero hoy, precisamente ese mismo desarrollo nos permite comprobar que no ha sido así.

La Kodak acaba de producir una pildorita que viaja por su esófago, da brincos en su estómago y termina por pasearse a todo lo largo (y ancho, pues hay el intestino grueso) de las tripas, hasta terminar su travesía reapareciendo por la puerta trasera del colon… Se trata de una mini cámara que, en forma de pastilla, más la ingesta de un bocado de agua (o jugo de frutas si desea foto a colores…) puede ir no solo fotografiando sino además filmando cada milímetro de lo que pasa en su interior.

Antes los sicólogos intentaron lo mismo, sin mayores resultados, excepto el engrosamiento de sus cuentas bancarias. Lo ambicionaron los sacerdotes, hurgando en los propósitos de nuestras almas; lo suyo hicieron los hipnotistas, y también los artistas, pero nunca nadie había llegado tan certeramente a descubrir –y revelar- nuestro verdadero mundo interno.

La fotografía pretendió capturar la realidad tal cual era, y hasta ahí le fue muy bien. ¡Con qué fruición y eficacia mezcló Daguerre los ingredientes y las placas para inmortalizar un pedazo de la vida! Pero cuando la pretensión fue llegar a revelar la verdadera alma de las personas es cuando el asunto se complicó, porque se tuvo que inventar de urgencia la Pose.

Hay quienes dirán que la pose ya se había inaugurado mucho antes frente a los espejos: con el estiramiento de columna que hacen algunos para verse más esbeltos; con el ensayo de posiciones de cabeza, la dirección e inclinación de la mirada para lograr una imponente, sensual, seductora, o simpatizante. Pero el caso es que este argumento es poco rotundo, porque retirados del espejo, la imagen duraba más en la retentiva del “posador” que en el vidrio azogado, Y la pose, la auténtica pose ¡debe durar!

Posteriormente, el chiste era captar a un individuo en su estado más espontáneo, esto es: tal cual es. Lo más natural posible.

Hay quienes, en acceso de audacia, incluso han creído lograrlo tomándosela totalmente desnudos. Entonces por ahí los vemos, dentro de un marco, sobre el escritorio, con brazos abiertos, a lo lejos, caminando por la playa. Como los trajo Dios al mundo y como los deformó el Diablo. Pero son solo vanos intentos por mostrarse naturales, espontáneos, libres... y posados.

Cuando nos sentimos apuntados por una cámara somos todos iguales: exageramos la sonrisa para mostrarnos confiados, vemos el lente y pretendemos seguir siendo naturales, rogamos por no salir tan mal, tenemos curiosidad por ver impresa la foto, o nos inmovilizamos como cuando estamos a punto de tragar y detectamos una espina de pescado.

Lograr que alguien aparezca “tal como es” ha sido siempre un reto. Tanto para quien oprime el obturador cuanto para quien trata de no oprimir nada y salir distendido en la foto. Pero, indiscutiblemente, capturar nuestro verdadero interior a través de una foto retrato ha sido siempre una ilusión y una quimera. Hoy, la Kodak, con esta camarita gastrointestinal, lo hace realidad.

Lo único que falta por resolver es cómo sonreír por dentro... cuando suene clic.

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